martes, 10 de diciembre de 2013

Si y no.

No es que no tuviese ganas de hablar contigo, simplemente evitaba que hubiera  un torbellino de palabras que me atraparan dentro de el en dirección hacia ti, quería ir despacio, como la tortuga que pone sus huevos justo antes de que el sol desaparezca para que no sufran ningún daño ni sean comidos por las aves en las islas tropicales, de hecho me moría de ganas de hacerlo pero estaba  dosificando las horas, los minutos, aunque cerraba los ojos o imaginaba que llegaba mañana y todo se iba al traste de golpe y porrazo, y todo se debía al miedo, había despertado la bestia, solo necesitaba más hechos, menos palabras y más tiempo entre paseo y paseo.

Soy consciente de que al final todo escapara al control y es entonces cuando prenderá la mecha hasta explotar.



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