domingo, 27 de noviembre de 2016

Cada punto final es nuevo cuchillo inicial.

Cuando estoy cerca, valoro, extraño e incluso reacciono al abismo, como si todas las gotas de lluvia tuviesen puntos negativos y positivos, atrayéndose entre si, terapia bien llevada sin psicoanálisis ni Freudismos de por medio,destruyo la jaula y me guardo los pedazos, suele ser un  numero primo a  largo plazo, a deposito de la bolsa  de sensaciones.

Contribuciones de rutina a falta de estímulos en este Big Bang en el pecho, me expando y exploto en cada nuevo solsticio.

El problema es que dentro de mil hay solsticios con cada parpadeo, con cada ser "infrapaisadestico".

Y grito y grito sin mover mis músculos, es el punto de ciego de la vida, aquel que conocemos a oscuras, con solo un tic tac..y el tiempo pasa y sigo improvisando antes  de morder el veneno que he de sudar, teniéndolo dentro sin poder extraerlo.

Por favor, necesito un sacacorchos para mis logaritmos cuánticos.



Cuando estoy lejos, se oscurece, palidece, mi horizonte peri emocional se vuelve el Ganges, lleno de miseria,ceniza en forma de ambición, y no soy capaz de dar colofón, me falta un Mike Tyson blanco para rematar mis puntos débiles, la distancia es el blanco perfecto.

Demasiados asaltos contra mi mismo ,siempre gano y pierdo, no tengo rival, soy el mejor. Inventor del Ying-Yang del crepusculo occidental en mi mente libertaria, promesas que nunca cumplo;señor Jekyll no haga eso, podria ninudar el navio

-HUNDALO, HAGALO YA.



Maldita animadversión por la excelencia.