sábado, 29 de octubre de 2011

rain..

Me doblegué igual que aquella vez que desee que el camino durara lo mismo que el invierno en que una vez te perdí, para que los pensamientos no dijeran que no, ni la distracción asesinara la fantasía… que remedio que admirarte, no quedó ni espacio para la duda que siempre estuvo colgada de mi escudo, para la interrogante que fiel me visitaba marcando sin descuido su punto y aparte.

Que calumnia gritar anticipadamente la censura de un amor que nunca murió, me declaro culpable en el reflejo de esos ojos que me dicen donde estoy, de nada vale la valentía de huir ni el llanto quebrado por una que otra ausencia perdida, y en la locura, me reclama un juramento donde asegure que el paraíso vivía lejos de esta firma.

En venganza se pierde la coherencia, y ahora me ofreces tu mano y fabricas el milagro de robarme el tiempo que no se rinde, de sabotear la mas burda intención de olvidar la insignia de no tenerte, clausurando la pena de no ver la luz en cada amanecer y en cada caída de luna.

Y ahora sonrío ante la latente alegría encaprichada con tu desbordamiento, coqueta idea de descubrir el altar y emborracharme hasta quedar absueltos -de las cadenas, de las míseras razones para no vivir al compás de lo que dibujan tus dedos- en tu nombre envuelvo un tumulto de emociones plenamente expuesto, sacrifico un kilogramo de vanidad para darte la mano y hacer de coro en la canción de tu ego.

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